Lo cierto es que para la mayoría de las parejas, descubrir una infidelidad es una cuestión de automática ruptura. Sin embargo, hay cada vez una minoría que hace más ruido que prefiere vivir una relación sin engaños y sin mentiras y que acaban aceptando las infidelidades hasta un cierto punto a cambio de la sinceridad del que tenemos al frente. Es por eso que superar o no la infidelidad es una cuestión de prioridades.
Pero no son solo prioridades si no que también depende del carácter de cada cual. Hay personas que olvidan este tipo de cosas con mayor facilidad y hay otras que las asumen con un estado mental de continúa vigilia, lo que significa que nunca van a poder estar tranquilos, pensando en todo momento que su pareja les pone los cuernos.
Por eso, superar una infidelidad depende únicamente de dos preguntas: ¿Le he perdonado y voy a pasar página confiando en él/ella? ¿Voy a poder vivir con ello?
Si la respuesta es no, o cambian el planteamiento tomándose un tiempo, o desde luego para mí, esa relación no tiene futuro, porque si la infidelidad fue el problema fundamental, ahora éste habrá multiplicado todos los conflictos de la pareja y abierto otros nuevos. Por tanto ninguno de los dos será feliz.