El humor del que estemos cambia la forma de relacionarnos con los demás. Cuando nos sentimos bien con nosotras mismas tenemos la necesidad de compartir más cariño, de reírnos, de hacer cosas. Sin embargo, con la autoestima por los suelos, las relaciones sociales no suelen estar demasiado bien, y aún más las relaciones de pareja, que al fin y al cabo son una relación más.
Si te sientes bien, estarás mejor con tu pareja. Eso es un hecho. Pero para poder conseguir sentirnos bien hay que preguntarse qué es lo que nos hace falta, dónde está en realidad el problema, qué es lo que necesitamos para encontrarnos felices. una vez esté identificado, entonces podemos pasar a solucionarlo, y sobre todo, implicar en ello a nuestra pareja, que en muchos casos tiene que soportar nuestras actitudes sin entender muy bien ni lo que está pasando ni porque la tratamos del modo en el que lo hacemos.
Eso si, hay que tener especial cuidado en esos momentos de bajón, sobre todo si llevamos una mala racha, de no achacarle males de los que no es culpable nuestra pareja; es decir, que no podemos decirle a esa persona que tenemos a nuestro lado todo lo que se nos pasa por la mente sin pensar en lo que realmente decimos. Así, cuando estamos mal, mejor estar más callados que meter la pata con alguien que solo tiene la culpa de estar a nuestro lado.