El verano es una de las épocas en las que más parejas se rompen. No lo digo yo, lo dice la estadística. Probablemente tenga menos que ver eso de que nos despelotamos, con el hecho de que es por lo general en verano cuándo nos vamos de vacaciones, bajamos la guardia de la rutina y nos damos cuenta de que hay cosas que ya no funcionan como nos gustaría. Precisamente por eso, son más los que se suman a la lista de solteros, y casi todos aprovechan para vivir su particular aventura con un rollito de verano.
Sin embargo, me parece muy particular como la costumbre es algo muy tipicamente español, al menos en cuánto al término y que se trata ya de algo casi cultural, y otra cosa no, pero los extranjeros la palabra la conocen a la perfección. Pero más allá de ese dato como curiosidad, me gustaría tratar un poco más el tema de los rollitos de verano como experiencias de amor de un solo día y que es lo que nos aportan.
En realidad, cuándo salimos de vacaciones y acabamos de estrenar soltería, no estamos buscando como atarnos, y menos en una relación a distancia, lo que queremos es sentirnos libres, y sobre todo que nos halaguen y que nos miren, y precisamente ese rollo de verano nos da eso. No nos da nada más, es cierto, pero ¿a qué sienta bien, eso de sentirse guapa y vivir una aventura que luego recordaremos?