Podría ser que pedimos demasiado, que somos demasiado exigentes. También podría ser que no sabemos bien lo que queremos como para poder decir que ese es el príncipe que andábamos buscando. O más bien creer que en realidad nos acabamos aburriendo antes de lo previsto. Aunque yo creo que lo de los príncipes azules es más bien solo un cuento para soñar, un cuento que nos contaron de pequeñas y que a día de hoy de vez en cuando todavía alguno recuerda. Nada más. El problema que tenemos precisamente al preguntarse por eso de los ¿Príncipes azules o príncipes que destiñen? no es otro que el de creer que hay príncipes.
Los príncipes de los cuentos nunca se equivocan. Siempre lo hacen todo bien. Y se encuentren en la situación que se encuentren son ellos los que se convierten en el héroe que nunca duda. El problema está en asimilar a un hombre como tal. Eso no es posible. No son dioses, ni tampoco perfectos. Es más, creo que aunque tiene que ser la persona adecuada, con la que podemos convivir, con la que estamos en paz, con aquella con quien nos sentimos bien, también tiene que ser una persona en la que reconozcamos las virtudes y los defectos. Y que sobre todo aprendamos a vivir con esos últimos.
Y es que los príncipes azules solo están en los cuentos, los que nos encontramos en la realidad son más bien los príncipes azules con los que luchamos diariamente y de los que aprendemos cosas, así como también nos dan a veces sufrimientos. Así es la vida de la pareja, y la verdad yo no la cambiaría por la de la aburrida vida de la realeza en los cuentos de hadas. ¿Acaso tú sí? Piénsalo bien