De pequeños, decíamos medio vacilando medio pensando ya en eso de los novios, aquello de «los que se pelean, se desean«. Y luego cuando ya somos adultos, y logramos mantener una relación de pareja estable, nos damos cuenta de que las cosas de nuestra vida infantil, aquello que pensábamos eran tonterías no lo eran tanto, porque parece que hay algo de relación entre el amor y el deseo y las continúas discusiones.
Lo cierto es que soy de las que cree que si una pareja no se pelea no está viva. Vivir en pareja es lo que tiene, que somos individuos distintos y necesitamos muchas veces pelearnos. Sin embargo, las peleas deben ir orientadas a un fin, o bien a hacerle entender al otro nuestro punto de vista, o bien a resolver un conflicto cotidiano o de cara al futuro. Pelearse por pelearse no tiene demasiada razón de ser.
Claro que esto es muy fácil decirlo, pero cuando estamos dentro de una relación no es tan fácil evitarlas. Por eso, mi consejo es preguntarse si realmente ambos miran hacia el mismo sitio, y si es así, saquen el máximo provecho de cada pelea, porque las reconciliaciones son perfectas. Si no, quizás ha llegado el momento de cambiar de rumbo. O eso, o quedarse inmóvil en una continúa discusión. Ustedes eligen.