Las relaciones de pareja son uno de los vínculos más intimos e intensos que experimentamos y por eso que debemos cuidarlos. La pareja puede ser la relación más maravillosa del mundo o la más tormentosa, todo depende del dominio de nuestras pasiones.
Las parejas que atraviesan problemas son normales pero aquellas que padecen pasiones tóxicas son fácilmente afectadas por las tormentas de la vida. Si bien es común tropezar y sufrir, eliminar estas pasiones reducirá el tiempo que permanezcamos caídos. Para evitar mayores complicaciones, es preciso mantener una relación sana. Si logramos superar las crisis y mantenernos unidos, estas no durarán más tiempo del que deben.
Todas las caras de una misma moneda
Hoy encontramos parejas que viven con pasiones tóxicas a flor de piel. Veamos cuales son las más comunes:
Indiferencia: se trata de quienes han pasado la etapa del enamoramiento y transitan un período de rutina cuya duración es tediosa. La solución es trabajar el problema juntos: hablar y debatir. No obstante, quienes prefieren ignorarlos utilizando la indiferencia para resolver los conflictos perpetuando el sufrimiento.
Competencia: compiten en cualquier ámbito por cuestiones grandes o chicas: quién manda en casa, a quién quieren más los hijos, quién es más exitoso, quién es más joven. La lucha por el poder está presente en cada momento y es su forma de comunicarse.
Envidia y boicot: la envidia tiene implícito el paradigma de la escasez en la cual la persona ve la vida como una torta: cada porción que el otro come es una menos para mí. Por ejemplo: él piensa: «Si ella logra un ascenso en el trabajo me saca el éxito y protagonismo». Por otro lado, ella piensa: «Si él gana más, mis hijos lo van a preferir». De este modo, asumen que el éxito en el trabajo como en el amor de los hijos es limitado: si uno no alcanza una meta el otro ya no puede hacerlo. Pensando de este modo, se enfrentan «a matar o morir».