La mirada más abarcadora de la realidad es, la mirada del amor. Porque el amor nos da certeza, confianza, seguridad. El amor moviliza, conmueve, da energías. Todo tiene sentido a través del amor. Todo es importante. Todo vale la pena. El amor nos integra al Todo y a la vez, nos hace diferentes. Lo que no puede verse con los ojos del amor, no es posible verlo en realidad: ninguna luz ilumina tanto, ni permite contemplar las cosas con mayor nitidez. A menudo solemos arrastrar la carga de muchas ideas. A veces producto de una herencia familiar o cultural. A veces se piensa que el amor es un compromiso, una responsabilidad, una atadura que nos condena a renunciar a la libertad.
Pero para hablar de amor, hay que quebrar estos prejuicios. El amor no es necesariamente compromiso: el compromiso es una decisión que obedece a otras cuestiones.
El amor, por el contrario, es un paso previo, un requisito básico para la libertad espiritual. Porque mirando a través del amor, es posible desprenderse de todo prejuicio y atadura para elegir libremente aquel sentido que deseamos darle a nuestra vida.