Casarse o vivir en pareja bajo un mismo son realidades que que no necesariamente significan no tenerle miedo al compromiso. A veces, un impulso lleva a vencerlo momentáneamente, pero el miedo regresa al cabo de un tiempo. Una de las formas en que se nace evidente es a través del anuncio de la separación inminente que nunca se concreta. Hay miedo de comprometerse más con la relación, pero también hay miedo de comprometerse con la separación.
Muchas parejas entran en «estado de separación perpetua— cuando sienten el deseo de tener un hijo o cuando acaban de tenerlo. También. Cuando a uno de los dos le sale un trabajo afuera y eso implica que, lejos de la familia y los amigos, la pareja vivirá en un contacto más estrecho, que es interpretado como un mayor nivel de compromiso. Es común que, cada vez que se vaya a realizar algo nuevo, surjan mensajes interiores frenadores. porque cada decisión supone una suerte de safto al vacío. Pero cuando estos mensajes frenadores llegan al punto de hacer que la vida se transforme en una crisis perpetua es porque existe una fobia; en el caso que nos ocupa, es una fobia al compromiso.
Si se desea lograr una pareja armónica, es preciso trabajar sobre estos mensajes frenadores que intoxican nuestra vida en pareja y la convierten en un infierno. No importa cuál sea la duración de esa pareja, lo importante es que el tiempo que permanezca unida sea un tiempo de plenitud, de realizaciones, de satisfacción, de resolución conjunta de problemas, de proyección hacia el futuro, de enriquecimiento interior mutuo.