Las rupturas a veces son inevitables, pero otras se pueden evitar -o sobrellevar-, rehusando los denominados siete «pecados capitales»:
Avaricia: «Quiero hundirle y quedarme con todo».
Envidia: «Seguro que le dan la custodia de los niños y la casa, y yo tengo que volver a casa de mis padres»,»Tras el divorcio ya podrá liarse con todo el mundo; lo que siempre quiso».
Gula: «Dejadme todos en paz, no quiero ver a nadie, no os necesito a ninguno».
Ira: «Le odiaba por cómo me ha tratado estos años; por eso decidí atacarle yo también».
Lujuria: «Nunca le perdonaré que se acostase con ésa/e; por eso yo hice lo mismo».
Pereza: «No necesito trabajar, porque cuando nos divorciemos me beneficiaré de una buena pensión».
Soberbia: «Yo siempre me porté bien, toda la culpa es suya».