Yo la verdad es que todavía no entiendo a la clásica pareja en la que él lleva los pantalones, como se suele decir, y se jacta de hacer todo eso que hacen los hombres mientras se siente seguro que su «princesa» que nunca rompe un plato, está en casa fregándolos. Y no es por que ahora vayan a saltar todas las alarmas de los machistas empedernidos ni que me vayan a echar la culpa de decirles las verdades a la cara, pero la verdad es que cada vez conozco por casualidades de la vida más esas princesas que no solo no friegan los platos que el marido o novio cree, si no que rompen más que yo, que no considero precisamente la fidelidad como base única de una relación.
Y es que si los hombres buscan amantes, sobre todo los que ni siquiera temen eso de ocultarlo sino que se lo cuentan al que pueden y al que no, las mujeres no nos quedamos atrás. Probablemente eso de que los hombres tengan amantes únicamente ellos, sea algo del siglo pasado cuando aún nos tenían bajo su yugo con la amenaza de mantenernos y traer el dinero a casa. Pero eso, ya está muy viejo, y a día de hoy ellos y nosotras caemos en la infidelidad por igual.
Otra cosa es que la infidelidad sea algo positivo, porque creo que no lo es para la mayoría de las parejas, a no ser que se trate de algo hablado y se cuente con una pareja liberal. Pero en cuestión de derechos, hoy más que nunca me gustaría recordar que tanto hombres como mujeres podemos y tenemos amantes, y que quizás esos que dicen tener muchos más de los que podrían contar con los dedos de una mano, mientras su mujer, se chupa el dedo, deberían revisar el cuento que dice que nosotras nunca contamos la verdad en ese sentido y que ellos siempre exageran el número.