Cynthia Figueroa Haas, autora del trabajo, asegura que las mujeres que se colocaron implantes mejoraron la percepción positiva sobre sí mismas de un 20 a un 24%, en la escala de 30 puntos del test de autoestima de Rosemberg. En cuanto a la vida sexual, según un examen denominado Índice de Función Sexual Femenina, las cifras de deseo y satisfacción aumentaron cuatro puntos (de 27 a 31).
Para Figueroa Haas, esto constituye un importante avance en lo que respecta a la visión negativa generalizada que existe, tanto por parte de algunos profesionales de la salud como de la gente en general, sobre la necesidad de recurrir a una cirugía estética para solucionar problemas psicológicos. Si bien esto es real, la autora recordó que «de todas formas, la cirugía no debe ser vista como la respuesta a todos los problemas. Hay pacientes que nunca estarán satisfechas con sus cuerpos, sin importar los cambios que le hagan a ellos».