La psiquiatra María Dueñas recuerda que la comunicación es la base sobre la que se asienta la vida social y afectiva. La soledad no deseada es dolorosa y hasta traumatizante. Casi todo el mundo ha probado alguna vez su amargo sabor, pero no todos reaccionamos igual: unos la combaten, otros la ignoran y unos pocos se hunden en ella. «Todos necesitamos abrirnos a los demás, sentirnos acompañados, querer y ser queridos», dice Dueñas. La desaparición de un familiar, un divorcio, una pérdida del empleo, la jubilación o la salida del hogar familiar para estudiar en otra ciudad pueden generar sentimiendos de soledad y desamparo. Pero lo normla es que desaparezcan con el tiempo. Si no, hay que tomar medidas pues puede conducirnos a la depresión.