Cuando un hombre intenta salirse con la suya, no sabe que tiene consigo a su peor delator: su cuerpo. Obsérvale, y descubrirás que no es oro todo lo que relumbra.
1. Cuerpo tenso
El primer movimiento del mentiroso es la rigidez. Decir la verdad es natural; mentir, no. Cuando alguien miente, se toma su tiempo, y se pone tenso, rígido, inmóvil. Una postura que es también un intento físico por restringirse, por evitar soltarse diciendo la verdad.
2. Manos ocultas
Decir la verdad es ofrecerse a uno mismo, de ahí que en las conversaciones tendamos amostrar las manos, y hasta las usemos para «dibujar» lo que contamos. Al mentir, las ocultamos para no revelar lo que pensamos realmente. Los hombres que mienten o las esconden en la parte de atrás de su espalda, o las hunden en los bolsillos, o las disimulan jugueteando con objetos, como su móvil.
3. Inclinar un solo hombro
Los hombros son valiosos centros de información: los hundimos cuando no nos queremos comprometer. Cuando un hombre miente, suele hundir un sólo hombro al decir una mentira puntual. Es un movimiento análogo a cruzar los dedos, una forma de no comprometerse con la mentira que se acaba de decir.
Fuente | Cosmo