Dicen que no hemos inventado nada. Que los que creemos ideas de la era moderna no son más que copias mejoradas de lo que ya conocían nuestros antepasados y puede que algo de razón lleven; sobre todo cuando vemos cosas como esta que les voy a presentar a continuación le dan la razón al refrán y es que lo que ha sido una tradición y casi una obligación de regalar cuando cualquier mujer se casaba a su propio prometido. Hablamos del cubrepene, un accesorio de lana que servía precisamente para eso.
Su origen se remonta a la Croacia más rural y servía precisamente para evitar rozaduras al montar a caballo por las montañas durante largas horas. Su nombre original es nakurnjak y ahora un artesano del país se dedica precisamente a venderlos como profesión. El mismo los hace, como marca la tradición y se ha convertido en el regalo ideal para San Valentín para muchos curiosos extranjeros que lo encuentran curioso.
Y mientras el señor artesano hasta hace bien poco tejía mucho más objetos de vestimenta habituales, cuando empezó a dar a conocer al tradicional cubrepenes fue cuando empezó a darse cuenta de que el negocio tenía futuro, y aunque se vende a un precio bastante simbólico para tratarse de un producto hecho a mano, ya que sale por unos 7 euros al cambio, vende todo el stock que realiza. ¿Qué les parece la idea?
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