El tacto es el sentido más olvidado. Cuando nos tocan, en lugar de estar presentes en lo que sucede, sintiendo, solemos pensar en algo. Por tanto, haz estas pruebas:
Toma la mano de una persona y experimenta distintas maneras de tocarla: con suavidad, con firmeza, con lentitud…
Siéntate o acuéstate en una habitación a oscuras y silenciosa. Acaricíate y siente tu mano deslizándose por todo tu cuerpo.
Juega con otra persona a tocaros sin utilizar las manos: con la espalda, la cabeza, la oreja, las piernas. Puedes hacerlo contigo mismo, «sintiendo» las sábanas, la pared, el espejo, la alfombra.
Siente el frío o el calor, la brisa o el viento sobre tu piel.
Percibe la ropa que llevas puesta. Mientras te mueves, explora tus sensaciones si tocas botones, cremalleras, costuras…
Toma elementos de tu entorno: una piedra, una flor, un papel, un lápiz. Cierra los ojos para explorarlos.