Cuando pensamos en la seducción, lo cierto es que pensamos en las artimañas de libros y películas en relación a una chica monísima que sabe sacar partido a su físico y que acaba por conquistarlos a todos, o a ese galán de película al que ninguna chica es capaz de resistírsele y que es capaz de ir con varias al mismo tiempo sin quedar como el malo de la película. Pero todo eso de la seducción llevado al mundo real no es más que una mezcla entre la habilidad y la oportunidad del momento.
El arte de seducir es una combinación entre estar bien con nosotros mismos, expresar seguridad y no desaprovechar la oportunidad del momento aprovechando a mostrar la habilidad para convencer al otro. Por ejemplo, muchas parejas se conocieron porque dos amigos les presentaron haciendo el tonto, y solo porque uno de ellos encontró que por ejemplo al otro le gustaba la pasta y encontró la excusa de invitarle a cenar en el italiano recién inaugurado comenzó la relación.
Es decir, que tampoco hay un libro de seducción. Cada uno tiene sus propias posibilidades y hay que sacar brillo de nuestras virtudes, mientras intentamos esconder nuestros defectos, y por supuesto contar con que cada persona que pretendamos seducir va a ser distinta, y por tanto, podrá o no funcionar la misma técnica. Sin embargo, si aprovechan la oportunidad, y se muestran seguros, la técnica de la seducción se vuelva casi infalible