• Ante los agravios por la insatisfacción, deben hablar todo lo que omitieron cuando temían separarse si no coincidían en sus opiniones.
• Cuando abandonaron el vínculo del placer sexual, culpables de vivir como placentera una sexualidad asignada dogmáticamente como procreativa, se consagraron a sus hijos, erotizándolos e impidiéndoles vivir su propia vida.
• Vuelvan al lecho conyugal y reconózcanse el cuerpo en pareja, recuperando el erotismo que reprimieron durante su rol de padres y reconociéndose como marido y mujer. En el principio eran Adán y Eva, como dice la Biblia.