Ir reduciendo las conductas supersticiosas:
Los rituales refuerzan nuestros miedos. Los hacernos para sentirnos protegidos o incluso salvados, pero sólo suponen un alivio breve e inmediato. Lo mejor es atrevernos a dejarlos y afrontar los miedos poco a poco.
Parar los pensamientos:
Al reducir nuestras «manías», nos será más fácil parar los pensamientos anticipatorios de daño: «Voy a tener mala suerte»,»Tengo que hacerlo»… En cuanto aparezcan, hay que pensar inmediatamente en otra cosa. Con paciencia y perseverancia lo lograremos.
Experimentar la calma poco a poco:
Tras el intenso esfuerzo que supone atrevernos a vivir sin supersticiones, lograremos que, poco a poco, nuestra ansiedad sea sustituida por una senación de calma y confianza en la vida, en el futuro y en nosotros mismos.