Ante las agresiones hay que aceptar nuestras posibilidades e imposibilidades y no funcionar en espejo, respondiendo de acuerdo a la agresión recibida y no a nosotros mismos.
No hay que olvidar que para pelearse hacen falta dos, y que la necesidad de detentar el poder nos lleva a peleas inútiles.
A veces es mejor callarse y dejarlo pasar si eso no compromete nuestra autoestima, ni es una constante respuesta frente a otro.
Las respuestas que se suscitan entre las peleas con hombres o mujeres no creo que sean diferentes, pero nuevamente dependerá del tipo de relación que se estableció desde el inicio con los diferentes sexos.
Si la mujer ha vivido en un ambiente machista es posible que su respuesta frente al hombre sea de sometimiento y sumisión. Sin embargo, no olvidemos que hay madres muy estructuradas que exigen un alto grado de sometimiento a sus hijas y logran el mismo resultado.
En cuanto a la enseñanza que se les debe dar a los niños para que aprendan a defenderse creo que el ejemplo de lo que sucede entre los padres, en la casa y en la sociedad de amigos es la mejor de las enseñanzas.
Si los padres son amigos compañeros de sus hijos, se saben defender y defienden a sus hijos, estos aprenderán a defenderse.
Por lo contrario, si viven atemorizados frente a sus progenitores, el miedo no los ayudará a establecer buenas defensas en su vida futura.
El mejor aprendizaje es el ejemplo que permita una identificación adecuada.