Cuando más se piensa «Debo agradar», «Tengo que hacer lo que mi familia quiere», más se pierde poder en el presente. A la visión negativa que tienen de si mismos quienes viven pensando en los demás se suma la creencia errónea de que los otros son más felices, nunca se deprimen, ni están solos, ni dudan, ni nada. Los dependientes piensan que sólo ellos se sienten inseguros, lo que les lleva a un permanente autorreproche. Convéncete: si piensas que para estar contento contigo mismo sólo tienes que resultar interesante a los demás, te estás engañando. La gente respeta más a quien se repesta a si mismo.