Sin embargo, al crecer, la inseguridad, la falta de tiempo, los prejuicios, los complejos y el estrés pueden alejarnos de ese impulso por la sociabilización genuina. Tenemos la falsa creencia de que no necesitamos a nadie más que al círculo cercano de toda la vida, y anulamos la posibilidad de incorporar nuevas presencias en nuestro día a día, que puedan proveernos miradas diferentes sobre la realidad y nos permitan compartir momentos agradables. ¿Qué tal si pensamos al revés y les abrimos la puerta? Ya sean del trabajo, de un curso de teatro o padres de los compañeros del colegio de nuestros hijos, ¡la opción de hacer nuevos amigos siempre está cerca!