La verdad es que es difícil afrontar los cambios de nuestras vidas, sobre todo si ya nos habíamos creado un ideal con la persona que teníamos al lado. La mayoría de las veces, sobre todo si nos toman desprevenidos sentimos un gran vacío porque todo lo que teníamos planeado se nos cae como si la nube que lo sostenía se derrumbase. Sin embargo, no hay nada más cierto en la vida como que los cambios son necesarios, y la mayoría de las veces son para bien.
Depende de nosotros mismos darle la vuelta a la visión que teníamos de aquella relación, porque todo se acaba por un buen motivo: ya se porque cada uno miraba a puntos distintos, porque se acabó el amor, o porque una tercera persona se cruzó en el camino. Pero sea cual sea, en lugar de lamentarnos debemos pensar que si siguiéramos con esa persona nunca lograríamos ser felices, bien porque un futuro común no es posible, bien porque ya no nos ama, o bien porque el respeto que nos debía no se cumplió.
Cuando una relación se acaba lo mejor es asumirlo desde el principio, y no intentar por todos los medios que las cosas vuelvan a ser como antes. Una vez hecho, habrá que buscarse nuevas metas, nuevos objetivos y nuevas ideas para empezar de cero. Pero sin prisas, cada uno necesita su tiempo, aunque siempre con el cristal de color de rosa de que la vida es muy larga, y de seguro que lo mejor está a la vuelta de la esquina.