El ser humano siente una predilección especial por el dulce. El vocablo «sweet tooth» significa en castellano «diente dulce’ Pero no sólo se utiliza para describir un sabor, sino que se asocia con sensaciones agradables y placenteras, como la mención a la «dolce vita» o ¡a alusión a «tener dulces sueños». El dulce es el primer sabor con el que los seres humanos entramos en contacto, gracias a la leche materna. A diferencia de la de otros mamíferos, concentra lactosa, un tipo de azúcar. Pero la falta de control en el consumo de dulces puede derivar en obsesión.
En el ámbito sanitario se ha bautizado como «sweet tooth» a la apetencia exagerada por el dulce y las golosinas. Es necesario recordar que el dulce es el sabor que más receptores tiene en la lengua y que se encuentran presentes en la mayor superficie de esta. Al mismo tiempo el dulce es probablemente el sabor más primitivo que existe y el que primero catamos y al que nos habituamos.
De forma que cuando hablemos de preferencia por lo dulce hemos de entender que estamos tratando no solo con un sabor sino con un bagaje de aprendizajes asociativos que se encuentran en los más profundo de nuestra memoria, se trata de enlaces entre estímulos y condicionamientos ambientales que entroncan con las primeras experiencias infantiles.
No es de extrañar pues que las personas que prefieren el dulce tengan también ciertos rasgos de personalidad adheridos en ellos como la dependencia, la docilidad, el miedo, la tendencia a evitar lo nuevo o lo desconocido, etcétera. También los azúcares del chocolate aumentan el nivel de serotonina en el cerebro, que mejora el estado de ánimo.
De hecho se han realizado innumerables investigaciones para conocer distintos fenómenos asociados a este sabor. Pero hay que recalcar que si bien es bueno consumir dulces de forma moderada, su ingesta en exceso puede provocar problemas importantes de peso y salud.