Es normal que la pérdida de un ser querido cause un dolor insoportable e indescriptible, pero quienes están cerca de la persona traumatizada deben hacer lo posible para que, tras la aceptación de la dura realidad, pase cuanto antes al dolor sereno y el sufrimiento no se adueñe del pensamiento, del sentimiento y de la conducta de esta persona. Todo cuanto se haga por normalizar la vida y cortar la cadena de pensamientos derrotistas y pesimistas es poco.
Miren el siguiente caso de pérdida de un ser querido y cómo los especialistas nos recomiendan que actuemos.
Juanito, un espigado y atlético joven de 18 años, perdió su vida en un accidente de tráfico y murió en brazos de su tía. Pueden imaginarse el dolor de sus familiares. Todos se han hecho una medallita con la fotografía de Juanito, que llevan en el cuello, la mesa del salón está llena con sus fotografías y una vela permanece encendida día y noche. Para más y mayor recuerdo, la madre escribe un diario de su hijo en el que expresa todo lo que siente y diariamente visita la tumba.
Pues, en todos estos casos, los psicólogos recomiendan retirar ese escenario tétrico de velas y fotos así como la visita diaria al cementerio para rezar ante la tumba, del hijo y llorar de nuevo, también la han desaconsejado o mejor, le han prohibido, ya que son acciones que impiden vivir con paz y serenidad el presente porque atizan más el dolor y el sufrimiento.
Normalizar la vida
En definitiva, tras la aceptación de una realidad tan dolorosa, como es la pérdida de un ser querido, nos espera la vida; seguir viviendo por uno mismo y por los demás, porque con el llanto y el dolor no se puede ni se le quiere más porque uno no tenga ya ganas de vivir. Lo sano desde el punto de vista psicológico y de higiene menta es recuperar lo antes posible las ganas de vivir, la normalidad en la vida y la alegría. Una de las tareas fundamentales de la psicología positiva es ayudar a pasar del trauma terrible de una pérdida tan dolorosa, a su aceptación serena y posteriormente a la recuperación de la normalidad.